Coímbra y el Mondego (Foto: Alex Hernández)
En cada viaje del Coro Núñez de Arce, se viven momentos mágicos y se siente la música no solo con la voz, sino además con todo el cuerpo y la mente unidos.
Jantares (Foto: Alex Hernández)

Este año, hemos ido a Coimbra, ciudad bellísima de Portugal, donde cada momento ha sido algo mágico, y donde se respiraba música, en el agua del Mondego, la vegetación abundante que nos acompañaba en cada rato de carretera y por encima de todo, en la sonrisa de las personas que allí viven.

El jueves  21, comenzamos viaje colocando maletas y coralista por asiento, asegurándonos de que todos estuviéramos ya montados, "no vaya a ser, que nos dejemos alguna oveja descarriada" como muy bien advierte Charo. 
Llegando hasta Portugal

El trayecto se amenizó con videos de anteriores viajes y con emotivas palabras de compañeros que ya dejaron nuestro coro o que no pudieron acompañarnos en tan enriquecedoras aventuras.

Hicimos una parada en Ciudad Rodrigo para comer, donde comenzaron las astutas fotos de nuestros paparazzis, mientras comenzaba el reportaje de otro futuro video de coro.

Llegamos al albergue, todo para nosotros, con su encanto rural y rodeado de naturaleza (desde césped, hasta tiendas de campaña). Allí nos recibió Alejandro, una persona muy amable que nos ayudaría a acomodarnos, y no solo eso, sino a hacernos sentir como en casa. 

Tras dejar nuestras maletas, procedimos a nuestro ensayo del día antes del concierto, "sin forzar demasiado, pero dando la nota".
Gran agitación en el albergue de Mira (Foto: Raquel Gallego)

El viernes 22, salimos del albergue tras un contundente desayuno, recorrimos la distancia que separa Praia do Mira de Coímbra con unas vistas preciosas repletas de vegetación y respeto por la naturaleza. 

Al llegar a la Escola José Falcão, fuimos recibidos por el director y el docente de español, los cuales nos enseñaron muy amablemente una sala de exposiciones de proyectos artísticos para los alumnos, su patio ajardinado (con limoneros y naranjos, además de esculturas con material reciclado), su aula de ciencias, comedor... hasta llegar al salón de actos. 

En este espacio pudimos dar un buen concierto, arropados por los alumnos portugueses, entre los cuales la mayoría estudiaba castellano y algunos iban a visitar Madrid.

En la escola secundaria José Falcão
Entre obra y obra, Charo comentaba algún que otro agradecimiento y dato a tener en cuenta como la unión de la Península y su representación gracias a "Dindirindín" y a Inés de Castro; o con el recitado de varios compañeros de poesía portuguesa, la escenificación de "Can you hear me" y la interpretación de "Saudades de Coímbra", un fado típico de la ciudad, por lo que aplaudieron y disfrutaron mucho nuestros amables espectadores.

Tras el concierto, visitamos el Jardín Botánico del lugar, donde pudimos comer tranquilamente y ver diferentes tipos de árboles, escuchar los pájaros y ver los peces de las fuentes. Fue un momento muy agradable y lleno de música, pues el viento también canta. 

Por la tarde pudimos, de la mano de nuestro guía Pedro, visitar la famosa  e histórica Universidad de Coímbra. Conocimos el Patio principal con sus vistas al rio y la escarpada ciudad, además de sus pintorescos alumnos, todos ellos uniformados (cada uno del color correspondiente a su carrera) y sus negras capas. Algunos de nosotros tuvimos la suerte de probar como sentirse con ellas puestas. 
Viajando en el tiempo con la ciencia (Foto: María Gil)

Vimos a su vez, la Biblioteca Joanina del siglo XVIII, con una riqueza artística y cultural (consta de más de 250.000 volúmenes) incalculables. Después pasamos a la Capilla de San Miguel del siglo XVI, con un marcado estilo manuelino y un inmenso órgano barroco. 

También cabe destacar la visita al interior de la facultad de Derecho y de Física, con una interesante exposición de instrumentos científicos históricos. Pudimos cantar varias veces (en la escalera principal y el salón de grados), arropados por quien allí estaba. 

Como dato curiosos, pudimos conocer las cárceles donde los alumnos debían pasar algún tiempo si infringían las normas de la universidad de: -"A la universidad se viene a estudiar".

Después tuvimos la suerte de poder disfrutar del FACTOR SORPRESA, un paseo en barco por el Mondego, y a pesar de las reticencias del capitán por lo difícil de maniobrar con tanta corriente, pudimos acomodarnos y cantar con mucho gusto atravesando las aguas de tan brillante rio.  Disfrutamos del suave balanceo del barco, de la luz del sol ya cayendo sobre la verde orilla y de las vistas de la ciudad con sus blancas y empinadas casas. 

Tras bajarnos de nuestra sorpresa, pudimos caminar por la ciudad y descubrir cuestas arriba y abajo, pudimos sentir la energía vital y alegre tanto de los muros de las casas como de su sonriente gente. 
Nos despedimos de la ciudad tras ver atardecer frente al rio, y emprendimos viaje de vuelta al albergue con un regusto a vida en las partituras. 

Despidiéndonos de Mira Lodge Park
Por la noche, disfrutamos de los "Choralist awards", donde tanto coralistas (jóvenes ovejas y veteranos pastores) como generosas acompañantes (Charo Parte, Gloria y Elena), pudimos pasar un rato muy divertido entre juegos, risas y premios.

El día 23, nos despedimos del albergue y sus amables huéspedes que con tanto cariño nos habían tratado. Contemplamos el lago cercano, momento estupendo de hacer alguna que otra fotografía junto al agua. 

Con la orquesta joven de Mira
Fuimos al pueblo para conocer la Filarmónica Ressurreiçao do Mira y a su encantadora directora. Allí pudimos emocionarnos con un ensayo de pequeños cantantes (algunos de ellos de 3, 4 o 5 años) y jóvenes músicos, para el día de la madre. Es alentador ver cómo la música mueve a tanta gente, creando puentes y abriendo puertas al corazón.  Como dice Charo: -"Quién sabe dónde iremos a parar, son las personas las que nos llevan a los sitios".

Tracción & atracción en la playa de Mira (Foto:María Gil)
Después fuimos a la playa de Mira, para poder disfrutad del Atlántico. Allí entramos en un centro de interpretación de la historia de los pescadores de la zona, vimos como los tractores traían de vuelta las barcas tras la faena (hay tanta corriente que de no ser así, los pescadores irían mar adentro) y cómo seleccionaban la pesca. 

Algún que otro valiente, se atrevió a meter los pies en el mar, pues el día acompañaba y mientras en Valladolid llovía, en Coímbra disfrutábamos de un sol esplendido. 

Comimos tranquilamente, algunos  marisco, otros corrieron a montar en los patinetes del lago, cada uno hizo lo que más gustó; pero una cosa era común a todos, NOS QUERÍAMOS QUEDAR EN MIRA.  

Tuvimos nuestras tentativas de no montar al autobús, pero al final desistimos del plan. Emprendimos de nuevo el viaje, pero esta vez de vuelta y dijimos adiós a un lugar precioso, con muchos momentos mágicos y mucha emoción, tanto para aquellos que cerraban un ciclo en el coro y por tanto terminaban con su último viaje, o para aquellos que se embarcaban por primera vez en una aventura de tal calibre.

MUITO OBRIGADO COIMBRA E MIRA¡


Laura Cocho