Mérida fue una ocasión especial. Se cumplían, durante este desplazamiento, diez años de aquel primer viaje del coro con destino a Granada, en el año 1999. Desde entonces, muy pocos años hemos faltado a nuestra cita mas allá de los límites de nuestra provincia, intentando siempre ofrecer actuaciones del agrado del público y que merecieran el esfuerzo de movilizar a cuarenta personas. Lo que desde luego nadie puede negar es que el viaje del coro siempre ha sido una ocasión especial y un recuerdo memorable que nos ha dejado momento irrepetibles.
Plaza de Mérida

El blues del autobus
Una nueva promoción de coralistas nacidos a principios de los 90 empezaba a poblar mayoritariamente el coro con la misión de sustituir a aquellos nacidos en los 80 que hasta el momento habían conformado el grueso del coro en los años anteriores. Y sin embargo, algunas costumbres se mantenían dentro de la tradición del coro, tales como organizar un descomunal y escandaloso circo en el autobús durante el trayecto. Volvía el coro a tierras extremeñas apenas un año después la que fuera su primera visita a esas tierras, y volvía con ganas.

Malabares antes de irse a dormir
Para el hospedaje, una opción peculiar. El colegio Salesiano María Auxiliadora, en cuyos enormes patios (en los que reinaba un tremenda oscuridad), los coralistas desembarcaron al llegar, ensayaron mientras se jugaba una jornada de liga y pasaron posteriormente los preámbulos a irse a dormir a sus cuartos comunales. Un enorme cuarto repleto de literas que ocuparían sopranos y contraltos, y otro con alguna que otra cama individual para tenores y bajos. Y así, con mayor o menor fortuna, se pasó la primera noche, la previa al concierto.

Con el timbre, todos a sus puestos
A la mañana siguiente, con la luz del sol, descubrimos que el colegio era inmenso y muy bien equipado y que no estábamos solos, puesto que ese colegio tan magnífico se estaba usando para la docencia, así que ante la atónita mirada de un montón de párvulos, aparecimos ante ellos para encaminarnos al teatro romano de Mérida para caminar entre sus vetustas ruinas.

Teatro del bueno

Tras la visita, nos encaminaríamos hacia el IES Albárregas, donde nos esperaban para nuestra actuación, tras la cual recibiríamos una doble gratificación. El insituto nos invitaría a volver al teatro para poder asistir a una representación de la obra clásica de Aristófanes Las nubes, en la que se hace mofa y befa del muy popular filósofo griego Sócrates. La representación fue animada y con gran abundancia de espectadores. Algunos de nuestros coralistas, movidos por el entusiasmo sin duda feroz, corrieron a participar de la obra cuando así fue requerido por el
Al buen jantar por cortesía del IES Albárregas
elenco actoral. Así fue como sucedió, todos lo vimos.

Lógicamente tampoco dejamos escapar la visita al teatro romano de Mérida, al acueducto de los milagros o al foro romano. Ni mucho menos el segundo premio que recibimos por nuestra actuación. Una comida para todos nuestros componentes pagada por el instituto Albárregas y en su compañía. Quedamos saciados y tremendamente agradecidos al instituto anfitrión. Actitud ejemplar la de los emeritenses.

"Hasta las narices" en la Catedral de Elvas, Portugal
Al día siguiente, rememorando el fin de siglo pasado, el coro volvió a territorio lusitano. Si en 2001 aterrizamos en Lisboa, esta vez sería Elvas la localidad visitada, y si bien no dimos concierto alguno como sucediera antaño, si dejamos algunas muestras de nuestra actitud extravagante, y aunque no
podría asegurarlo ahora, hay un alto número de posibilidades de que alguna agrupación no oficial de coralistas entonara algunas notas. También hubo, previamente al desplazamiento a Elvas, una visita al museo romano de Mérida, así como a algunos de los abundantes restos arquitectónicos que hay por la ciudad.

Diez años de viajes del coro, si. Una tradición bien asentada y con mucho gusto.



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